ANATOMÍA DE UNA NOVELA: ACERCÁNDOME AL JAZZ
Un sicario pianista de jazz. Ahí es nada. Eso me plantea un problema: creo que sé describir lugares y personas, pero ¿cómo describo la música?
Por suerte, en este campo poseo recursos. No propios, pero sí familiares. Llamo a mi primo, Ramón García, excelente pianista cuyos dedos han sobrevolado más teclas de las que él mismo puede recordar. Varias escenas, distintos ambientes y, siempre, Jon Cortázar al piano. Como un experimentado buscador de oro en el río, Ramón va cribando con impecable criterio composiciones hasta ofrecerme un selecto muestrario del que elijo las que creo que encajan mejor en la historia.
Ahora falta lo más difícil: acoplarlas a cada escena, a un gesto, a una mirada, a una intención. Ramón me describe su estructura, comparte curiosidades de la historia de tal o cual melodía, me da detalles de la vida de cada músico que la interpretó en el escenario y me corrige sobre las versiones escogidas para acoplarlas al ritmo narrativo.
Después de todo el proceso, se me ocurre crear una lista en Spotify —de análogo título que la novela— para que los lectores puedan escuchar las canciones que aparecen en determinadas escenas y así, en su imaginación, puedan recrearlas y moverse con soltura en ellas. Sentir plenamente la historia mientras a su alrededor oyen silbar la melodía de las balas.